¿Tienen algo en común el estoicismo, el entrenamiento de fuerza y una calabaza? Desde luego que sí, tienen mucho en común. Sigue leyendo y tendrás la respuesta.
El entrenamiento de fuerza, tan de moda en nuestros días es un concepto del mundo moderno.
Desde el origen del ser humano, hemos practicado ejercicio, ya sea para cazar, para combatir o por placer. Sin embargo, nuestros antepasados no se reunían en gimnasios donde se turnaban para realizar una sentadilla en una máquina multipower.

EL POSTUREO Y LOS PILARES FUNDAMENTALES DE LA VIRTUD
Por desgracia para ellos, Epicteto, Séneca, Marco Aurelio y Santo Tomás de Aquino, entre otros, no vivieron en la era de la tecnología donde el mundo del ejercicio o, mejor dicho, “fitness”, se ha convertido en una meca del postureo.
Las fotografías y los vídeos para demostrar al resto de la sociedad que hacemos deporte son una prueba irrefutable de este postureo.

Por ese motivo, a pesar de que nuestros amigos griegos eran también amantes de la estética del cuerpo humano y practicaban ejercicio frecuentemente (de hecho, era casi imprescindible para afrontar el arte de la guerra), dudo que tuvieran una opinión formada sobre el entrenamiento de fuerza tal y como lo conocemos hoy en día.
A su vez, por esta razón, voy a dejar un poco de lado a estas figuras en este artículo. Sin embargo, si voy a tratar de analizar, de la mejor manera posible, como afrontar el entrenamiento de fuerza basándonos en los cuatro pilares fundamentales de la filosofía estoica: sabiduría, valor, templanza y justicia.
LA CALABAZA Y LA SABIDURÍA
En primer lugar, encontramos rasgo más importante para los estoicos: la sabiduría.
De nuevo vuelvo al postureo. Las fotografías, vídeos y post en Instagram están muy bien siempre y cuando se acompañen de conocimiento.
Pretender entrenar (bien) sin conocer ciertas bases y fundamentos del entrenamiento de fuerza es como plantar semillas de calabaza sin conocer las condiciones climáticas y los cuidados básicos que requiere este tipo de fruta.
Si entierras sus semillas y las riegas frecuentemente es posible que obtengas tu calabaza, pero, desde luego, seguro que no pretendes obtener la mejor calabaza de todas. Con suerte, será comestible.

Con esto no quiero decir que debas conocer la anatomía y biomecánica del cuerpo humano, ni sus respuestas fisiológicas, ni dominar la metodología del entrenamiento a la perfección. Pero si quieres una buena calabaza, grande y sabrosa, debes, por lo menos, conocer los conceptos básicos de gestión y progresión de la carga.
Un buen comienzo podría ser informarte sobre las series y repeticiones indicadas para tu objetivo en concreto, los tiempos de descanso que debes respetar, cómo aumentar la carga de forma segura y cómo distribuir los grupos musculares en cada sesión de trabajo para obtener entrenamientos eficientes.
Para iniciarte en este tipo de conocimientos, te recomiendo que leas títulos como La pirámide del entrenamiento, que escuches programas de Podcast o que busques contenido de calidad en plataformas como Youtube.
LA CALABAZA Y EL VALOR
En segundo lugar, tenemos el valor. Si tienes intención de entrenar sin coraje, sin arrojo, me temo que tu calabaza tampoco crecerá demasiado.
Un signo evidente de falta de coraje es tomar la decisión de saltarse entrenamientos frecuentemente porque estás cansado, no tienes tiempo, has tenido un mal día o alguna excusa similar. Si no riegas tu calabaza frecuentemente, se morirá.
Otro signo bastante frecuente que, por cierto, suele tener estrecha relación con los fotógrafos y reporteros de gimnasio es la falta de intensidad. Si no entrenas con intensidad, si no das el 100% en cada levantamiento, tampoco vas a conseguir grandes resultados.

De hecho, esta es una de las cosas más adictivas del entrenamiento, la liberación de dopamina y serotonina posterior a la realización de una actividad física de alta intensidad, acompañado de la enorme sensación de realización personal.
Sin ese cóctel hormonal es complicado que encuentres la motivación suficiente para adquirir el hábito de entrenar. De nuevo, esa falta de intensidad, muy posiblemente nos lleve a una falta de compromiso con nuestro entrenamiento. Y, de nuevo, no regaremos nuestra calabaza.
LA CALABAZA Y LA TEMPLANZA
El siguiente rasgo de la virtud es la templanza. En lo que respecta al entrenamiento, nos vamos al extremo opuesto del caso anterior. Muchos aman entrenar y realizar ejercicio físico, llegando incluso al punto de adquirir una dependencia emocional de esta práctica.
Sin embargo, también debemos actuar con templanza y mesura y descansar cuando el cuerpo lo pide, acorde a los tiempos de descanso recomendados por los expertos (lo dicho anteriormente, es imprescindible la sabiduría para ser virtuosos en el resto de los pilares del estoicismo).
En su libro Como ser un estoico Massimo Pigliucci nos cuenta:
Medea sabía que estaba mal hacer sufrir a sus hijos para castigar a Jason, pero la emoción, no la razón, la empujó a actuar como lo hizo.
Tal vez el ejemplo ha sido un poco drástico, pero estoy seguro de que el lector ha entendido el mensaje. Por muchas ganas que tengas de entrenar, debes actuar guiado por la razón y no por las emociones y actuar con templanza. Escucha a tu cuerpo, no ahogues tu calabaza.
LA CALABAZA Y LA JUSTICIA
Por último, nos topamos con la justicia. Los estoicos no entienden la justicia como la entendemos actualmente. Para nosotros, la justicia se conforma de una serie de teorías abstractas, más o menos aceptadas por todos, para gobernar correctamente al resto de las personas, premiando y castigando a aquellas que lo merecen.
Para los estoicos la justicia era la capacidad de tratar a los seres humanos con dignidad, incluyéndose a uno mismo.
Para ser justo con uno mismo y tratarse con esa dignidad a la que tanta importancia otorgaban los griegos, debemos respetar nuestro cuerpo y tratarlo con mimo.
Siento decirle al lector perezoso, que mimar el cuerpo no es lo que se imagina. Cuidar el cuerpo consiste en exponerlo a la adversidad, a la disconformidad, a la dificultad. Ser exigentes con uno mismo durante el entrenamiento es una forma excepcional de ser justos con nosotros mismos.
Ama tu calabaza.
SER UN VIRTUOSO
Sócrates nos asegura que, dominando estas cuatro categorías de la virtud, lograremos convertirnos en seres humanos virtuosos. Entonces le pregunto al lector amante del ejercicio y el entrenamiento de fuerza:
¿Acaso no deseas ser un virtuoso de aquello que amas, aquello que te apasiona, aquello que te aporta la energía suficiente para afrontar el resto de la jornada?
Si es así, te sugiero que trabajes conforme a la sabiduría, valor, templanza y justicia y te conviertas en un virtuoso, no en alguien que simplemente lo parezca.

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Muy buen post, me encanta la comparativa del comportamiento con el sembrar una calabaza. 🙂 un saludo!
Muchas gracias Josh!!
Hola!!
Waw!! Que interesante artículo! La verdad es que no me lo podía imaginar leyendo el título…jaja.
Un saludo!!
Gracias! 🙂
Artículo poderoso y contundente, exhibirse, presumir y alardear es muy fácil, lo hace todo el mundo, pero mostrar lo que tienes dentro de una forma íntegra, sincera y verdadera, buuuufffff, queridos estoicos, eso es muy difícil, estamos en una crisis de valores y hemos perdido mucho, saber lo que no sabes, ser lo no eres y tener lo que no tienes es lo que se respira en nuestra sociedad, hay mucho ego y prepotencia, queremos conseguir las cosas sin pagar el precio que conlleva o con el mínimo esfuerzo .
Todos tenemos etapas en nuestra vida en las que nos cuesta responsabilizarnos de nuestras acciones, éxitos y fracasos. Por suerte, los que estamos aquí ya hemos salido de esa fase o lo estamos intentando. Un abrazo Javier.
Excelente. Muy didáctico, lo disfruté. Gracias.
Gracias Marco! 🙂
Gracias por el articulo y los libros. Ahora estoy leyendo Neurociencia, deporte y educación. En cuanto termine me pongo con los libros que has mencionado.
Ganbaru!!
Vas en muy buen camino entonces Félix! A darle caña a esas lecturas 😉 Gracias a ti por el comentario!
Un artículo muy acertado. Me ha encantado.
Gracias por la lectura😊